Eran aproximadamente las 17:35 horas del templado 26 de enero del 2015 y Josef se encontraba tendido en el jardín de su universidad sin nada mejor que hacer que dejar correr el tiempo y observar las nubes mientras llegaba la hora en la que se suponía debía terminar su clase.
Su profesor no había llegado porque un día antes se le había ocurrido enfermar de gripa, como si a las personas generalmente se les “ocurriera” enfermarse. ¡Qué risa! No pudo evitar esbozar una pequeña comilla en sus labios por aquel planteamiento absurdo y después sintió un poco de vergüenza por haber descargado su leve enojo con ese pensamiento. Sin embargo... (Comprar para continuar leyendo)
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